lunes, 20 de febrero de 2017

Historia de un dolor

Callada y con la mirada perdida camina ella, evita las zonas que le duelen, tolera la ansiedad que le provoca recordar la existencia de aquel que la fragmentó.

La vida, tanta belleza que duele y crece, que lastima y calma como un bálsamo caliente.

En momentos siente que el perdón y olvido ha llenado ya su alma, que ha liberado su tristeza al universo en expansión, que puede continuar ligera, caminando a su propio paso.

Y el dolor vuelve, porque siempre está acechándole desde la esquina, aquella esquina de ladrillos y paredes blancas, con enredaderas y rejas que ocultaban una historia de tormentas disfrazadas de amistad, atenuados rayos que se perdían al contacto de sus dedos con el piano.

El recuerdo de miradas, de caricias que eran todo menos eso, el dolor de una y otra historia...

Te quebraron, una y otra vez te hicieron trizas, te armaste cada vez con menos fervor, con menos ganas, con menos cuidado; hoy eres retazo de lágrimas que se deslizaron por tus pestañas matando cualquier posibilidad de desear.

Olvida, mi niña, olvida, sigue tu camino permitiendo al viento despeinar tus rizos y llevarse la carga que llevas en tus hombros hace tanto.

Nadie se explica porque permites que el dolor, que la ansiedad y el pesar sean tus compañeros de camino, que las lágrimas se guardan en tus ojos en espera del momento de soledad para rodar en tus mejillas, que los deseos han dejado de serlo para dar paso a las añoranzas de aquello que es imposible.

Ellos han sido tus compañeros, duda y certeza de tu existencia, de tu vida, de tus recuerdos.

Déjalo ir, deja que duela y reviéntalo, explota, llora, grita, reclama al universo, estalla en mil pedazos y ármate una vez más, toma arena y sal para resanar los recovecos de alma que puedan quedar incompletos, ármate una vez más y para siempre, que sea el dolor la amalgama que te vuelva invencible, deja que la vida te tope despeinada y entera, que las batallas se deshagan ante tu presencia.

El dolor te ha convertido en fuerza, en voluntad, camina, sigue perdida con el ritmo que tus latidos dicten, revienta de ansiedad y pánico, y después vive, con el dolor que te ha hecho lo que eres, vive así, envuelta en pasión y llanto, humana como tantos, sensible como pocos, libre como ninguno.

Mírate, el dolor te ha hecho, te ha deshecho, te ha creado la historia y guión de existencia, el dolor es parte de ti y entonces así el dolor es parte de la primavera, de tus hojas verdes al sol, dolor no es tal si corre por tus venas, es vida, es sangre, eres tú.

Retorno

Ciclos, ruedan y se repiten, "todo esto ya lo viví"... no, Déjà vu, porque en realidad todo es nuevo.

El precipicio estaba kilómetros atrás, sigo corriendo y cayendo porque detenerse no es trabajo de la voluntad sino de la gravedad, del piso, del contacto de carne inerte con el frío pavimento que de estallidos deshace la razón y termina el sufrimiento.

Surrealismo, locura, colores, luces... reflectores, mi vida siempre una novela, un cúmulo de historias que han creado la persona que soy hoy, esa niña que sigue asustada sin poderse bajar del carrusel porque éste no deja de girar.

Disfruto ser el centro, de atención, de miradas, de cariño, de odio, no importa como, pero quiero estar en la mira, pero son placebos, la atención es un distractor maravilloso para evitarle al corazón sentir, para evitar que la cabeza gire, para que el dolor se disipe...

Lo que más extraño de la danza es esa sensación de leve desaparecencia, ser yo y dejar de ser al tiempo que mis pies siguen el ritmo de la música y mi alma se eleva al compás de un arabesque, ser vista sin ser observada, ser el centro y ser nada, ser la danza y la música, unirme con el todo y reventar en un grito de éxtasis en una pirouette.

Ensoñación, cascada de hubieras y dudas, el dolor del tiempo y a la par la brillantez del presente, la ilusión del hoy, del despertar de una nueva mañana con la esperanza de respirar veinticuatro horas más.

Ciclos, ruedan y se repiten, no es dolor aunque cala fuerte, es esperanza, expectancia, doy un paso, sigue el dos, para el tres siento que camino, al llegar el cuatro avanzo y no es en círculos. Sigue, muévete, gira y brinca haciendo caso de tu atolondrado corazón, sólo él tiene las respuestas que tu cerebro jamás podrá encontrar.

Libera aquello que sientes, porque sólo puede despegarse del suelo aquel que ha dejado de lado el costal de miedos y preocupaciones, que permite que el aire eleve hasta la más mínima parte de su ser, vuela, con esas alas de mariposa que olvidas seguido que tienes pegadas a la espalda... vuela con esas tus alas.

Alis volat propiis