viernes, 11 de enero de 2013

Recuperación

Hoy tengo más presente que otros días lo maravilloso que es la recuperación. Hace ya cinco años que dí ese gran paso, que me acerqué más a mí y dejé de lado, poco a poco y dolorosamente, el terrible y monstruoso infierno de los trastornos alimenticios.

Hay días difíciles, hay días complejos, ningún día es fácil realmente. Todos y cada uno de los segundos de mi vida llevan impregnada la fuerza de recuperación que nace de mi alma.

La enfermedad, cualquiera que sea, en mi opinión jamás se va, queda latente en el cuerpo, en la sangre, en las marcas, la memoria, los recuerdos, los dolores...

Sin embargo la enfermedad no define quién eres, no define a donde vas, la enfermedad es parte de ti, parte de tu condición humana, de tu falibilidad, de tu naturaleza.

Ha sido un camino sinuoso, lleno de riscos, de vueltas, de pasos en falso, ha sido un camino duro y complicado.

Hoy, a cinco años de haber dado el primer paso, me siento inmensamente feliz, me siento libre, me siento tranquila; las ganas de salir y hacer algo por el mundo me recorren las venas y arterias a velocidades peligrosas.

Enfermarse no es de débiles, enfermarse es de humanos, y la recuperación no es otra cosa que, el más difícil pero maravilloso camino al reencuentro contigo mismo.

Conozco muchas historias, muchas enfermedades, muchos éxitos y muchos fracasos, todos y cada uno de ellos nutren mi experiencia y vida, todos me son significativos e importantes, de ellos he aprendido infinidad de cosas, pero sobre todo, de ellos me nace la necesidad de escuchar, de apoyar, de creer y ayudar a quien quiera que necesite esa ayuda, esa palabra, ese abrazo, ese beso, ese oído.

Éste escrito es algo diferente, pero es importante para mí expresar de alguna forma lo agradecida que estoy con la vida y lo orgullosa que me siento de mí misma por haber logrado esto, además de extender una mano en la obscuridad para cualquiera que la necesite y quiera tomarla.


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